¡De la obligación a la pasión!

Bailes folclóricos

 Ciertamente había tenido la experiencia de aprender el baile típico costarricense y de presentarme internacionalmente anteriormente (esto fue más que todo por deber que por querer); el CAS fue una experiencia totalmente distinta.


 Los meses de intensas clases semanales, el aprender nuevos pasos, practicar la coordinación, bailar en parejas, marcaron totalmente la diferencia que para mí, fue como aprender de nuevo, de ahí entonces que se convirtiera en una de mis pasiones.

 El ambiente que se respira en cada sesión de ensayos es completamente de camaradería, entre risas y errores, al final del día el cansancio es mínimo comparado con el "respiro" que los bailes típicos representan, es definitivamente un espacio para dejar ir el estrés y olvidarse un poco del ajetreo académico. 


 El CAS rebasó la línea de la pasividad repetitiva, y ¡realmente cobró sentido! Nos presentamos en numerosas actividades como la ExpoCAS o en diferentes graduaciones. La adrenalina que se siente justo antes de salir al escenario se compensa en creces por la satisfacción tras los aplausos y el abrazo grupal al terminar.



Las experiencias vividas con el grupo de bailes típicos "Flor de Café" como le llamamos nosotros mismos, son incontables, poco a poco, ensayo tras ensayo nos ganamos la admiración de nuestro colegio. Así, nos solicitaban cada vez más frecuentemente para presentarnos durante días patrios, actividades especiales, e incluso participamos en el Festival Estudiantil de las Artes en donde ganamos el primer lugar en la competencia circuital y representamos a nuestro cantón en la competencia regional. 



Detrás del hecho de bailar con trajes tradicionales la música folclórica costarricense, existe un trasfondo que hacen de este proyecto CAS aún más especial; estamos rescatando el valor de las tradiciones y el arte de Costa Rica. El baile folclórico ha sufrido producto de la globalización un proceso de decadencia en nuestro país. El grupo Flor de Café es una muestra viva de el amor y la voluntad de nosotros los jóvenes por rescatar la riqueza artística, que es única y que nos pertenece. 









                          ¿Repetiría la experiencia? ¡Sin duda alguna!




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